Voy a contarles la historia de cómo el mundo, con sus infinitas variables y sus incontables aristas, se manifestó frente a mí en un restaurante de mariscos llamado Punta Rochi.
Los narcotraficantes son todos imbéciles y feos, pero los sicarios lo son más
Yo no cabía en mí de alegría, tras años de comer en restaurantes chilangos en donde el producto más fresco tiene ya una semana en el congelador.