
Por: Chubeto | @jesuitacarmona
El Síndrome de Wendy es la forma en la que algunos terapeutas denominan a la necesidad absoluta de aprobación, que ahondando en sus sentidos más conceptuales, se trata de una necesidad de satisfacer al otro. En todo caso, el Síndrome de Wendy es una manera en la que el ser humano trata de evadir las responsabilidades que se desprenden desde sí mismo y para sí mismo, usualmente, al llegar a la adultez.
Cuando Paladario era apenas una idea vaga que revoloteaba entre pláticas y reuniones de trabajo, muchas personas respondían con cierta alarma al escuchar la idea básica de lo que hoy es este sitio web. Sentencias llenas de preocupación como “es que debes tener cuidado”, o “la gente es muy sensible”. Jamás olvidaremos la mítica “hay que tener las cosas bien claras antes de opinar”. Y en un principio las creímos a tal nivel, incluso, de considerar un planteamiento editorial totalmente diferente al que tenemos ahora. El miedo a no ofender se camuflaba con el miedo a no satisfacer. Y es que la industria restaurantera, desde fonditas hasta alta cocina, desde cantinas hasta barras de mixología, son unidas por la siempre delicada cuerda del orgullo. Quien pone cosas en tu boca para que te alimenten o te emborrachen siempre se sentirá en una posición donde –por los juegos de poder que existen entre alimentador y alimentado– se sentirá intocable, intachable, impoluto.
¿Es que quiénes somos nosotros para hablar mal de un restaurante? Nos preguntábamos cuando diseñábamos al cerdito que usamos de isotipo. ¿Realmente estamos capacitados para poder escribir sobre nuestra experiencia en un bar? Nos preguntábamos cuando comprábamos el dominio de Internet. ¿Y si alguien se enoja? Hicimos algunas pruebas donde, párrafo a párrafo, nos venían las arcadas que le dan a uno cuando te ves convertido en aquel ser que odias. Y es que pasa seguido. “Tienen que ser muy congruentes con lo que escriben” decían mucho, y con genuina preocupación, como si hablar de comida fuera algo que requiere preparación académica o formación profesional. Como si toda la gente que día a día dialoga con sus seres queridos sobre ese local callejero, sobre ese restaurante, sobre ese bar, fueran expertos investigadores gastronómicos.

“Como esa página de Facebook de Juárez”, nos dijeron una vez. “La de los juangas”. Se referían, nuestrxs preocupadxs protectorxs, al mítico grupo de Facebook “Garnachas & Restaurantes. Ciudad Juárez / El Paso”. Decenas de historias nos contaron: desde negocios que colapsaban por la cantidad de gente que llegaba luego de una buena reseña, hasta el cierre definitivo de otros, por el mismo motivo. Puta madre: un gran poder conlleva una gran responsabilidad, o por lo menos eso es fácil de creer cuando, desde la ingenuidad, uno piensa que por escribir de algo tiene cierto poder en ese algo. Y no es así, si esto fuera cierto, viviríamos en un mundo aún más catastrófico, aún más injusto y todavía más repleto de gente incapaz de pensar por sí misma. Ingresamos al grupo, lo vimos, lo analizamos y lo disfrutamos. Garnachas & Restaurantes fue nuestra sesión de terapia que esfumó el Síndrome de Wendy que todavía peladeaba en nuestro cerebro. No estamos aquí para satisfacer ni ofender a nadie: estamos aquí porque nos gusta hablar de comida, y si se es deshonesto en esa práctica, eres un imbécil. No queremos ser imbéciles.
Escribir sobre comida es contar historias, y como en todas, hay buenas y malas. Garnachas & Restaurantes nos impresionó por ser un espacio absolutamente libre y democrático que, desde y a pesar de sus magnitudes, permite que absolutamente todos cuenten su historia comiendo o bebiendo en algún lugar. ¿Que es tendencioso? Pues claro: cuando uno escucha o lee una anécdota, se va creando en la mente un juicio, porque somos seres humanos, y en nuestra insaciable necesidad de exploración y supervivencia, queremos encontrar los sitios donde más seguros nos sintamos. Escribir sobre comida es, también, compartir los alimentos, y en eso siempre habrá riesgos.

Ahora, con 140,000 miembros, Garnachas & Restaurantes está lleno de mitos, dimes y diretes, sí, pero como somos crédulos e ingenuos, quisimos mejor contactar a uno de sus fundadores, Guillermo Cervantes, quien muy amablemente aceptó platicar con nosotros.
¿Cómo comenzó todo?
El grupo comenzó en mayo de 2014, éramos un grupo muy pequeño de amigos. Creamos esta pequeña comunidad, con menos de diez integrantes, para ponernos de acuerdo acerca de cuándo y dónde ir a comer todos juntos. Poco a poco empezamos a compartir nuestras propias experiencias a manera de recomendaciones. De repente nuestros amigos comenzaron a agregar a sus amigos, que eran nuestros conocidos, y ellos a su vez comenzaron a agregar a sus amigos y sus amigos a sus amigos. Así como una bola de nieve, de repente el crecimiento se salió de control y hoy contamos con más de 140.000 integrantes.
¿A qué crees que se debe el crecimiento de la página?
Por supuesto que no nos esperábamos tanto… fue algo sorpresivo para nosotros: de ser una comunidad donde todos nos conocíamos (ya fuera directa o indirectamente) de repente tenemos más integrantes que los que muchas ciudades tienen habitantes… creo que el ambiente relajado y casual, la carrilla, el respeto por las reglas, nuestra política de cero publicidad (para que no se preste a malos entendidos) han sido cruciales en el crecimiento y mantenimiento del grupo.
¿Cuáles son las dificultades que te has encontrado al ser administrador de una página tan democrática, participativa y activa?
Son las mismas dificultades que se encuentran en grupos numerosos: aquellos negocios que no son favorecidos en reseñas por su mal manejo o su mala calidad tienden a culpar a nuestro grupo por sus fracasos, nos acusan a nosotros de quemar o tumbar negocios, sólo porque nuestros miembros exponen sus malas experiencias. Cuando la realidad apunta de lado contrario: hemos hecho que muchos pequeños negocios florezcan y se mantengan gracias a nuestro grupo. De igual modo los administradores regularmente somos acusados de recibir beneficios, tratos especiales o regalos por parte de restaurantes… acusaciones sin fundamento porque nos negamos ante tales ofertas y vaya que nos ofrecen con frecuencia.
De vez en cuando establecimientos nos contactan directamente y nos ofrecen alguna remuneración por escribir una reseña, rotundamente siempre rechazamos este tipo de peticiones y siempre ofrecemos pagar por nuestro consumo.
¿Cómo está la situación gastronómica en Juárez en comparación a la del resto del país?
Yo creo que nos encontramos en el mejor momento en la historia de la ciudad: tenemos varias escuelas de gastronomía cuyos egresados ofrecen alternativas frescas y dinámicas para salir de lo mismo; numerosos establecimientos nuevos incrementan aportaciones de todo tipo: desde lo más tradicional a lo más creativo… pasando desde puestos, establecimientos medianos a restaurantes de lujo. Creo que estamos viviendo el mejor momento. Y aún nos encontramos en expansión y crecimiento, gastronómicamente hablando. Pero además, a esto podemos agregar nuestra privilegiada posición fronteriza esta nos hace tener influencia internacional, por la misma exposición binacional que tenemos.
¿Y a Chihuahua cómo lo ves?
Las bases de la comida de Juárez son las mismas que la cocina chihuahuense, tú sabes, los tradicionales burritos, el chile colorado, el chile pasado, las tortillas de harina, el asado de novia, la carnita asada, y un larguísimo etcétera. En Chihuahua capital se respira un ambiente similar al de Ciudad Juárez, aunque consideramos que allá son un poco más propensos a franquicias, y creemos que ese tipo de modelo de negocios causa un detrimento a la promoción del talento local (sin descuidarlo por completo).
¿Qué características debe tener para ti un establecimiento que se merezca 10 juangas?
No existe tal cosa, no existen 10 juangas, es parte las políticas del grupo. Lo lamento. Y esto precisamente por el factor de subjetividad. Si te sentiste mal, te dejas llevar, si te sentiste bien, ¡también! No somos un grupo de vainilla y caramelo donde todo es perfecto. Así como pedimos evidencia para las quejas, pedimos moderación para las alabanzas. Somos un grupo de aportación, no de orientación. Puedes pedir recomendaciones en el área de comentarios de cualquier reseña. No queremos decirte cuál es el mejor lugar, queremos que explores las reseñas y tú, de manera informada, tomes una decisión con base en las experiencias colectivas.
¿Entonces no se pueden compartir reseñas negativas?
¡Claro que se puede! Pero ojo: NO buscamos quemar nada. No somos buzón de quejas. Si te fue mal, o si te fue bien, comparte tu experiencia completa: dinos qué comiste, cuánto se tardaron, cómo te atendieron, de manera que si alguien lee tu reseña sepa qué puede esperar. Las reseñas positivas, dada la subjetividad del comensal, siempre reciben el beneficio de la duda (a menos que sean exageradas). Con las negativas somos estrictos: no hay beneficio de la duda y sobre el quejoso descansa la obligación de fundamentar la queja. Por lo mismo que no queremos hacer daño, cuando me digas que había cucarachas, enséñame la foto de las cucarachas. No queremos pensar que es mala intención de tu parte.
El ambiente en la página es demasiado relajado, incluso festivo. ¿Es normal la carrilla?
Hemos relajado la carrilla para adaptarnos a las necesidades colectivas (te invito a que visites las publicaciones de hace un año y medio, y leas los comentarios), y por lo mismo aprendimos que es necesario mantener ciertos lineamientos que dan credibilidad y lubrican la interacción. Hemos notado que muchos de los miembros nuevos están ansiosos por participar, lo cual nos da mucho gusto, pero aun no están familiarizados con la mecánica. ¿Viste carrilla o incluso ataques en los comentarios? En realidad no es ataque, simplemente nadie estuvo de acuerdo contigo y te lo hicieron saber. No lo tomes personal. Por lo menos nosotros, los administradores, no somos ni chefs ni críticos. Nunca hemos pretendido serlo. Únicamente somos clientes. Compartimos una situación como clientes y de acuerdo a experiencias personales. Nunca nos metemos en cuestiones teóricas o técnicas. Lo hacemos con el derecho que nos otorga el pagar por un servicio. No necesitas ser músico para gustar de la música, ni necesitas ser ingeniero para darte cuenta que un carro es mejor que otro.
¿Y tú, qué pedo?
Soy doctor en ciencias sociales, imparto clases de la Universidad Autónoma de Chihuahua como profesor de tiempo completo, también imparto clases a universitarios en El Paso, Texas. Soy cocinero, mixólogo y tragón empedernido.
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